viernes, 2 de julio de 2010

SALIR DEL GHETTO, SALTAR LA MURALLA

Expone Martín Engelman – Asociación Civil Gondolín

SALIR DEL GHETTO, SALTAR LA MURALLA


Martín Engelman -psicólogo, activista de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y miembro del área de salud de la CHA- coordina la intervención comunitaria de la CHA en la comunidad travesti. Actualmente dicha intervención se hace en un hotel que es una casa tomada que se llama GONDOLIN -Aráoz al 900. La casa tiene dos lugares: en la parte de arriba donde viven casi diez chicas que van rotando de lugar. En total viven alrededor de 40 a 45 travestis (un número que siempre va cambiando).


El Gondolín es una Asociación Civil (con personería jurídica en trámite) cuya presidente es Mónica León, una activista de la CHA. Yo llegué ahí porque teníamos ganas -con un equipo de compañeros- de trabajar y empezamos a hacer un grupo de reflexión. Pero claro, entramos a hacer un grupo de reflexión donde había pasta base -una droga peligrosísima-, donde se cagaban a cuchillazos a la noche. En fin, quedé trabajando yo solo en el grupo. Comencé a buscar la manera de trabajar con ellas: empecé por hacer una jornada de concientización de SIDA. A partir de eso, las chicas empezaron a tener ganas de ver qué les pasaba en el cuerpo más allá de todo lo que se meten: siliconas industriales inyectables, pasta base, cocaína (la marihuana es como de todos los días).

En la Marcha del Orgullo Gay de 2003 algo cambió. Ellas habían alquilado un barco y andaban divinas, en pelotas, en culo, arriba del barco y cuando viene la parte del beso en la Marcha ... les digo vamos chicas bajemos y vamos a agarrar algún tipo que esté lindo y vamos a darle un beso ... -¡Noooo, me da vergüenza! ... ¿Cómo que te da vergüenza?... ¿mostrás el culo y te da vergüenza? Evidentemente, podían hacer cualquier cosa dentro del barco, pero no querían salir.

Ahí vi la oportunidad como psicólogo de instalar el problema que ellas tenían, porque hasta ese momento un psicólogo era visto por ellas como un observador que les quería hacer creer que estaban locas y ellas decían nosotras no tenemos ningún problema. Pero ahí advertí esa especie de fobia social, producto de la marginalidad, ese problema del miedo a salir a la calle. Y les dije: chicas uds. tienen un problema. Y lo reconocieron: sí, yo no salgo porque tengo la barba crecida, yo no salgo porque se me rompió el taco y es el único taco que tengo, etc.

Por eso, cuando pensamos la marginación de los travestis, hay que pensar el ghetto en el que viven: este ghetto es una territorialización, es un lugar amurallado que traza la relación con el otro: la muralla hace flashear al que está un lado con lo que está del otro lado. Por eso la marginalidad es un límite no sólo social, económico, histórico y político, es también un límite en relación con la subjetividad, porque es un límite que viene desde la identidad pensada como cliché, porque nuestras identidades no tienen que ver con nuestros deseos, ni con nuestra capacidad libertaria, al contrario siempre tienen que ver con una manera de encerrarse en uno mismo, o en una determinada ideología, o en una determinada circunstancia.
Desde el poder se ofrecen ciertos tópicos donde uno reconoce su lugar en la sociedad: el tópico es el lazo de unión entre las representaciones sociales y los procesos políticos e históricos que se ponen en circulación en lo social y se transforman en una estructura psíquica material: es lo que hace que la estructura se vuelva material y en esos lugares nos reconocemos. Entonces, la identidad de los travestis pasa por la marginalidad. Por ejemplo: para ser travesti no es necesario ponerse unas tetas enormes, drogarse, encerrarse en el ghetto, prostituirse, pero cuando pensamos en un travesti pensamos en todo eso. Inyectarse silicona industrial también es un cliché, pero las chicas caen en esto porque hay algo del deseo de cambiar el cuerpo. Hay además un mito que dice que inyectarse es mejor que operarse. De todas maneras hay que entender que cambiar el cuerpo, no es sólo algo estético, sino también ético, ese cambio tiene que ver con una plusvalía, pensando siempre que ellas tienen trabajo –con el cual gozan a diferencia de las prostitutas-, es decir, son trabajadoras sexuales que no tienen generalmente patrón y que disponen de bastante dinero. Ellas se bancan todo tipo de marginación, pero en términos económicos están mejor que gran parte de la población que vive en la indigencia. Algunas tienen proyectos de clase media, de trabajar y ahorrar para ponerse las tetas.

Entendiendo esto, fue necesario sacarlas del ghetto. Comenzamos por el hospital. La primera vez que voy con una chica al hospital la radiografía de tórax que se le hizo mostraba sólo dos pares de costillas superiores y todo lo demás era blanco. Afortunadamente está bien y se volvió a Salta, pero claro me veían a mí y pensaban: éste te lleva al hospital y te interna. Las llevo a las chicas al hospital a hacer controles de VIH como así también de tuberculosis. En el Gondolín tuvimos el primer caso de tuberculosis múltiple resistente detectado en el país. Lo puedo decir porque ya está bien la chica. Cuando la llevé a ella yo le dije vos cuando entrás a la guardia, tenés que tirarte en el piso y decir no puedo respirar, tenés que hacer bien circo porque sino no te dan bola. ¡Ojo!, no porque te atiendan mal y menos en el Muñiz, porque te atienden bárbaro, sino porque atienden a un montón de gente. Bueno y ésta fue toda arregladita, pintada y a las tres semanas cayó con la tuberculosis múltiple resistente. Estuvo como dos meses internada en una habitación aparte. Tomaba treinta y tres pastillas diarias y una inyección por día. A partir de ahí se acercó al Gondolín el área extraprogramática del Hospital Fernández. Testearon a todas las chicas, le pusieron el PTD (contra la tuberculosis), después llevamos a un par más al Muñiz y ahora las chicas están prestando un poco más de atención a cuidarse sobre todo de la tuberculosis. En relación con el VIH estamos trabajando con ellas. Yo no las obligo -cuando vamos al hospital- a que se hagan el análisis de VIH porque no están preparadas para recibir la noticia. Existen mitos y no sé si son casos reales de otras compañeras que cuando se enteraron que tenían VIH se murieron al otro día. De hecho, muchas de las chicas si van solas a buscar el resultado del análisis se van a la mierda. Sin embargo, cuando se enteran que tienen el VIH comienzan a cuidarse más y a llevar una mejor calidad de vida. Pero ellas lo asocian con la muerte. Y si para un neurótico común enterarse de tener VIH le implica desarmarse psicológicamente, para las chicas es hacerse mierda y si tienen algo latente, en ese momento estalla.

Además de estas salidas a los Hospitales, también hacemos salidas a plazas, a cines, a teatros porque no todo se trata de la enfermedad por supuesto. Además hacemos grupos donde nos ponemos a reflexionar y actualmente están trabajando dos psicólogos sociales con ellas que son dos estudiantes de psicología social que trabajan muy bien con las chicas: están haciendo títeres con ellas y se van a dar funciones de títeres en colegios y en geriátricos. Y hay una actriz que les está dando teatro. Obviamente en un marco en donde las cuarenta y cinco chicas que trabajan ahí son trabajadoras sexuales.

Muchas de las chicas del Gondolín son de Salta. No hay ninguna relación de poder, aunque hay rufianas acá en Buenos Aires. Pero es interesante ver cómo las chicas respecto de su trabajo y a diferencia de las mujeres meretrices, no tienen explotación en su trabajo porque ellas perciben la totalidad de lo que ganan y las rufianas en realidad son gerentas que les prestan plata para irse a Europa o venir desde las provincias. Ahora hay muchas chicas yendo para París y Roma. Tendrían que recomendar que no lo hagan. Se van por el tema del euro, es como el mito de Disneylandia: que allá se trabaja bárbaro, que te cuidan y que en un año de laburo venís acá y te comprás una casa. Vas allá, te ponen en una carpa en un campo y te dicen satisfacé el apetito sexual de todos los campesinos que están trabajando acá.

Además trabajo en conjunto con la coordinación del Gobierno de la Ciudad. Ellos están enfocando la reducción del daño, en especial, de la pasta base. Ahí lo que hacemos es optimizar los recursos del Estado: les preguntamos dónde es un lugar amigable para llevar a las chicas. Por ejemplo en el Muñiz hay pabellones que están vacíos y sería buenísimo que sean para las chicas porque a las chicas no hay dónde internarlas. En una habitación de varones no tienen que estar y en una de chicas tampoco, generalmente las ponen en una habitación de varones y después ahí tienen sus romances.

También acompañamos a las chicas a sacar el documento porque muchas lo rompen o lo pierden o se los roba la policía y luego hay todo un teje – teje es una palabra de ellas- para que el gobierno de la Ciudad y todos los Registros Nacionales de las personas permitan tener el documento con su cara. Si la chica va acompañada se la sacan. Si no le dicen: recogete el pelo y te sacás el maquillaje porque si no esta foto no sirve. Entonces le digo a la empleada: Mire, yo soy el abogado de la señorita y usted va a ser desapercibida de su sueldo porque usted no sabe lo que dice. - Ah no, discúlpeme, me dice – Sí, pero en mi profesión las disculpas se pagan con plata. Ahí le saca la foto. En cuanto al nombre, en el Hospital la llaman por el nombre legal. Cuando vamos con un grupo de cinco, seis se escucha ¡“Raúl”!. (Comenta Fabio Núñez – de CIAS- que en algunos servicios han conseguido que las llamen con el nombre que ellas eligieron.) Hay una propuesta en la Legislatura –creo que fue Loana B. quien la presentó- para que reconozcan el cambio de nombre ya que el nombre de ellas no es el nombre que le pusieron los padres.

Quiero abordar las dos últimas cuestiones: como psicólogo estoy pensando el tema desde el punto de vista de la psicología, independientemente de lo comunitario. Por el lado de la psicología nos encontramos con un problema epistemológico que absorbe a las travestis o lo travesti en categorías ya establecidas teóricamente. Entonces hay que revisar un poco la teoría. Lo travesti es un problema epistemológico en razón de cómo en occidente han sido tratadas las diferencias siempre de maneras jerarquizantes. Tratándose de sexualidad siempre han sido organizadas desde el hombre blanco civilizado heterosexual, europeo y después todo lo demás: mujeres, homosexuales, lesbianas, travestis, transexuales, intersexuales. Este es el tema: la cuestión de la identidad está atravesada por cómo armamos las identidades. Yo creo que una travesti es travesti por necesidad, no una necesidad económica, sino una necesidad de ser, es la mejor manera en las que ellas pueden expresar lo que son.
Por otro lado: a veces al deseo -en psicología- lo pensamos atravesado por el otro y me parece a mí que las travestis nos lo muestran muy bien. Hay una primera instancia ontológica que las hacen ser a ellas como son y por eso se expresan así. Sucede que eso es lo que nos asusta a todos, porque de alguna manera nuestra lucha, la de la CHA y la de las travestis (de aquellos que somos diferentes), no es que nos acepten y miren las consecuencias de las conductas que ustedes tienen para con nosotros, ni tampoco defender particularismos y lograr cada vez más derechos civiles, eso solo no, sino que todos podamos pensarnos y sabernos que siempre estamos atravesados por lo mismo que los otros, porque la naturaleza humana es caótica, los modos de expresión de esa naturaleza humana son modos de ser libres, eso es lo que nosotros tenemos que construir nuestra lucha no es una defensa de particularismos sino que es una defensa de la vida.

Voluntariado en el Gondolín: en los próximos meses Martín va a realizar un Seminario para todos aquellos que estén interesados en acercarse a trabajar en el Gondolín. Es una decisión que nace de lo difícil que es mantener un trabajo constante en razón del impacto que el contexto de trabajo impone. Martín habla de un seminario que sea como una inyección de anestesia, esto es, una manera de conocer dónde, cómo, con quiénes se va a trabajar antes de comenzar el trabajo efectivo, ya que ir como voluntario y luego dejar el trabajo no es bueno ni para el voluntario ni para las chicas que se sienten discriminadas, objetos de repulsión. Para cualquier información sobre esto, pedir información a Martín.

Contacto: martinengelman@tutopia.com
fotografia: sergio colella - sergiocolella@yahoo.it

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