Informe de Araceli Onorio desde México
Una experiencia en el sudeste mexicano: una comunidad indígena bajo presión de la guerra de baja intensidad
Araceli Onorio -musicoterapeuta egresada de la USAL que desarrolló la mayor parte de su carrera profesional (1982-1988) en el sudeste mexicano trabajando en el ámbito social, comunitario y preventivo- nos envió un informe presentado al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas en ocasión de haber integrado las brigadas civiles de observación en Acteal, Chiapas, México Enero del 2000.
“No estuve allí como musicoterapeuta, sin embargo mi presencia fue de sostén y acompañamiento. Frente a la violencia y el desamparo, que entre otras cosas genera la guerra de baja intensidad, la comunidad potencializa sus aspectos resilientes. Logra de este modo transformar su realidad y permitirse los duelos. Hoy, a casi 5 años de esta experiencia, cuando las comunidades autónomas y las Juntas de Buen Gobierno han generado los Caracoles, sistema autogestivo que prioriza la prevención primaria, sigo agradeciendo a la comunidad de Acteal por su humilde lección de dignidad y resistencia.” Araceli, de Buenos Aires a Chiapas, 19 de Enero de 2000.
Araceli junto con dos compañeros -un periodista y una agrónoma con quién compartió el curso en el centro de derechos humanos- arribaron a la brigada Acteal Abejas (llamada así porque las abejas son laboriosas y organizadas) aún a sabiendas del peligro en que estaban ya que el artículo 33 de la Constitución mexicana permite al Ejecutivo expulsar del territorio nacional a extranjeros cuya permanencia juzga inconveniente. Pasaron después a las Bases -parte armada de la comunidad de Acteal ( conocida como “la Acteal zapatista”).
Un contacto con Gloria, una brigadista mexicana que apoya a los niños en un taller de juego –ludoteca-, le permitió a Araceli participar por un lado de esta actividad con los niños; también asistir y escuchar las canciones de la comunidad que cuentan que fueron obligados a dejar sus casas, su parcela, que los paramilitares les robaron todo, incluso sus instrumentos.
En todo momento la presencia de los observadores es recibida con alegría y fomenta la tranquilidad. Durante la estadía acompañan todo el tiempo comentarios como...”Gracias por venir a ayudarnos”... “Bienvenidos”...
“He vivido 16 años en México y estos acontecimientos han modificado notablemente la actitud de la gente hacia el extranjero que en otros momentos éramos vistos como turistas a quienes ofrecían sus artesanías. Ahora han sentido la necesidad de incluirnos en su privacidad y lo hacen con agrado mostrando su corazón y su reconocimiento.”
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