lunes, 5 de julio de 2010

LA ESCUELA DE LA GLOBALIZACION

La Escuela de la Globalización


El grupo GIC, Grupo de Intercambio Cultural que busca acercar y hacer valer el derecho a la formación física a escuelas de todo el país, nos abrió la duda de cómo pensamos a la escuela comunitaria. Al leer la nota que apareció en la revista Nº 5, nos preguntamos si realmente éste era un trabajo comunitario. Para tal fin quisimos delinear algunos conceptos que creemos que son necesarios para educar hacia la participación comunitaria.


Entre los factores que intentan homogeneizar las ideas de aquellos más jóvenes, la escuela ocupa un lugar de progresiva importancia. El guardapolvo blanco parece no dar protección al tan acostumbrado consumismo capitalista que intenta modificar al sujeto en objeto de consumo. Hoy la escuela no es un espacio de libertad para la educación democrática comunitaria, es un mecanismo de control de aquellos que están fuera de la norma.

En la actualidad todavía abundan modelos autoritarios que intentan imponer su acción educativa pese a ubicar a los sujetos del aprendizaje en una posición de absoluta pasividad. Estructuras vacías que intentan igualar el aprendizaje en todo el territorio nacional pese a la gran diversidad del mismo. Las idiosincrasias locales, provinciales, regionales deben ser atendidas según la ley de Educación Federal, ahora me pregunto ¿se pueden atender a éstas enseñando a una población de niños mapuches con el mismo modelo educativo en que se basan las clases de los niños de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Para conocer esta respuesta sólo basta recordar aquello que decía Benito Cumilao -un ex integrante de la Confederación Mapuche- sobre su educación:

- “...Yo no terminé el primario, yo hice sólo hasta cuarto grado, si hablamos de la educación y barbarie como lo llamó Sarmiento, creo que nosotros sufrimos eso y no sólo yo sino muchísimos de las comunidades, lo que terminó de matar el idioma del pueblo mapuche fue la educación del Estado y en esto no culpamos a los maestros sino que es un sistema.
Yo creo que la mayoría de los maestros están cambiando, están rompiendo con ese sistema jurídico y otros fueron muy al pie de la letra y hicieron valer esa forma de educar, nosotros no entendíamos castellano, hablamos nuestro idioma, nosotros vivíamos nuestro mundo ellos no entendían y nos hacían entender con una regla en la cabeza a cada uno.
Todo era palo, para que nosotros dejásemos de hablar en ese idioma indio, entonces nos enseñaban el libro del tercer grado que los indios eran vagos, brutos, que comían la carne cruda y tomaban la leche caliente...
Esa fue la forma que tuvo de educar el Estado... por eso los alumnos de hoy son sumisos... tímidos....” (Benito Cumilao para Minga Revista Comunitaria número 3)


El pizarrón y las tizas no bastan para cumplir con la tarea de educar globalizadamente a las blancas palomitas, para ello los docentes necesitan del manual, aquel que conoció Benito y para que negarlo, todos los que hacemos Minga y muchos de los que leerán esta nota. Pero como si fuera poco la escuela necesitaba de más, ya no alcanzaba el pequeño diccionario ilustrado, no alcanza las constantes ediciones de manuales que impedían comprar uno ya usado en el año anterior. Es por eso que la educación globalizada necesita de una revista y claro que el que dice una dice dos ... Así salió a la venta las revistas para cumplir con la Law of Federal Education. Hoy cualquiera que pase por un puesto de diarios se puede encontrar con revistas dirigidas a maestros de los distintos ciclos del EGB, Polimodal. También existen formatos para la escuela especial y el nivel inicial. Lo que implica el mismo aprendizaje (y subrayo mismo) aquí, en la Quiaca o en Tierra del Fuego. Vale aclarar para quien no lo sabe que estas revistas traen a la manera de recetas, actividades para que el maestro desarrolle en el aula, ya sean artísticas, científicas, literarias y sociales entre otras. Lo que lleva a convertir al alumno en un objeto del aprendizaje, las individualidades no se toman en cuenta y mucho menos se piensa al aula como un espacio de construcción de subjetividad, la expresividad cuyo motor es la espontaneidad queda oculta y la participación se torna cada vez más pasiva.
Por otra parte el maestro se vuelve incapaz de tomar emergentes dentro del aula, los cuales denuncian una nueva realidad por parte del grupo, siendo cada vez menos creativos.

La escuela comunitaria al contrario de la globalizada, se nutre de la compleja red de relaciones sociales que la integran: alumnos, padres, educadores formando un vínculo entre ellos a través de la comunicación. No niega la historia de su comunidad e investiga sobre sus principios, orígenes y creencias. Buscando el desarrollo del potencial creativo de sus integrantes. Comparte la cultura de la comunidad y la difunde a todos aquellos deseantes de conocerla El aula no se ve como aula sino como un laboratorio vivencial del ejercicio democrático (Graciela Borthwick – Los espacios Creativos en la Educación – Propuestas de acción Creativa en la docencia – Editorial Bonum 2da edición Año 1994.). Por lo que cada jornada, cada clase es única e irrepetible dentro del proceso educativo. No existen manuales, ni revistas ni recetas que unifiquen el pensar. La formación del docente comunitario es abierta buscando una postura flexible del mismo para poder observar los emergentes dentro del aula, tomarlos y educar desde ese lugar, buscando formar ciudadanos activos, flexibles que puedan adaptarse a los cambios que le presenta la vida actual, comunicativos, críticos, creativos y participantes.

Todo esto va a ser posible si la comunidad educativa piensa en el protagonismo que ocupa, si asume ese rol y logra comprometerse y motivar la participación comunitaria buscando que la educación sea una práctica de libertades encontradas en un solo lugar, La Escuela.
Volver al Sumario

No hay comentarios:

Publicar un comentario